Para muchas personas, entrenar con música se ha vuelto esencial, ya que escuchar canciones favoritas activa zonas del cerebro vinculadas con el placer, la energía y la coordinación, lo que genera una respuesta física y emocional que mejora directamente el rendimiento deportivo. La música no solo acompaña, sino que potencia la experiencia de la actividad física.
Diversos estudios han demostrado que la música puede aumentar la motivación, mejorar la concentración, reducir la percepción del esfuerzo y la fatiga, así como elevar la resistencia y el bienestar general durante el entrenamiento. Estos efectos hacen que los deportistas se sientan más enfocados y con mayor capacidad de desempeño.
Además, la música tiene efectos fisiológicos importantes, ya que regula el ritmo cardíaco, la respiración y la presión arterial, ayudando al cuerpo a responder de manera más eficiente. Un estudio de la Universidad de Brunel, en Reino Unido, concluyó que escuchar música durante el entrenamiento puede incrementar la capacidad cardiovascular hasta un 15%, evidenciando su impacto directo en el rendimiento físico.
El ritmo musical también contribuye al equilibrio y la coordinación motora, siendo fundamental en disciplinas como zumba, spinning, natación sincronizada o patinaje artístico. En estos casos, la música guía los movimientos y su ausencia alteraría significativamente la ejecución de la actividad.

Finalmente, la música personalizada genera un estado emocional positivo y mayor satisfacción, tal como indica un estudio de la Universidad de Indiana. Por ello, muchas personas prefieren usar auriculares durante el ejercicio, tanto en gimnasios como en actividades al aire libre. Marcas como JBL ofrecen modelos deportivos como Endurance Peak 3, Endurance Run 2 Wireless y Endurance Race 2, que combinan comodidad, estabilidad, resistencia al agua y calidad sonora, adaptándose a un estilo de vida activo.





