Debo decir que cada año que pasa me siento a dedicarme un tiempo considerable al Call of Duty de turno, sin importar sus proezas o debilidades, hay algo que siempre me incita a armar mi team y embarcarnos en el conflicto bélico. Ahora, en 2025 ha sido el turno de Black Ops 7, y he terminado con sensaciones bastante variadas. Treyarch y Raven Software parecen estar exprimiendo algo bastante curioso con Call of Duty: Black Ops 7. Esta entrega vuelve directamente a la historia de Black Ops 2, un juego que salió hace más de diez años atrás. Lo bueno es que si no jugaste aquel título, igual podrás seguir la trama sin mayores problemas. Lo malo es que la campaña es una aventura ligera sobre organizaciones criminales secretas y operaciones de falsa bandera, más preocupada por unir Black Ops 2 con Black Ops 6 que por contar algo propio con coherencia.
El año pasado, Black Ops 6 fue un thriller de supersoldados ambientado en la Guerra Fría que para bien o para mal, tuvo algunos puntos bastante interesantes en su desarrollo. Pero Black Ops 7 es un ejercicio de nostalgia enredado en sí mismo, un círculo vicioso que intenta aprovechar el cariño por la franquicia metiendo a viejos personajes en situaciones tan absurdas que parecen inventadas y pegadas a la mala. El resultado es un despropósito que no entiende qué hacía funcionar a los juegos anteriores de los que intenta sacar ideas.
Pero no todo es negativo, hay algunos puntos rescatables en los modos multijugador y Zombies: ciertos ajustes en los equipamientos y mapas más amplios refrescan un poco la fórmula. Pero nada se siente realmente nuevo respecto al juego del año pasado, y Black Ops 7 termina siendo una mezcla entre copia rutinaria y retroceso frente a Black Ops 6.



Las campañas de un jugador en Call of Duty nunca han sido obras maestras. La serie siempre ha jugado a ser una película de acción repleta de propaganda militar estadounidense en primer plano. De vez en cuando, un soldado genérico lamenta la muerte de un compañero y uno siente un pequeño chispazo de tristeza… que enseguida se pierde entre el estruendo de los disparos. Por lo general, estas campañas no logran conectar emocionalmente, pero al menos ofrecen adrenalina pura: disparar sin pensar, derribar helicópteros y enfrentarte al villano de turno siempre tiene su encanto. La campaña cooperativa de Black Ops 7, en cambio, falla en lo esencial. Ni siquiera es divertido enfrentarte a los enemigos durante sus 11 misiones, porque todo resulta exageradamente ridículo. La historia tropieza una y otra vez con los peores vicios de la saga Black Ops.
Situado diez años después del final de Black Ops 2, lo lógico habría sido que Black Ops 7 profundizara en las secuelas del juego anterior: un mundo dividido tras la muerte de un terrorista convertido en mártir y figura influyente en redes sociales. Pero no va por ahí. En su lugar, la misión del escuadrón de cuatro personajes que controlas es detener a una organización criminal llamada The Guild, empeñada en liberar por el mundo una toxina del miedo, la misma arma biológica que ya fue el centro de la historia en Black Ops 6. La campaña se reparte entre misiones de mundo abierto en la ciudad-estado mediterránea de Avalon y secuencias tipo pesadilla que remezclan escenas de entregas previas, pero ninguno de estos dos formatos termina de funcionar del todo.
Avalon luce bien, pero está tan vacía que recorrer grandes distancias en coche o en wingsuit para encontrar la siguiente ráfaga de acción acaba siendo cansino. Tampoco importa demasiado desde qué ángulo te acerques a los objetivos, porque el sigilo prácticamente no tiene cabida. Estas misiones intentan presentar el mapa del nuevo modo cooperativo Endgame, aunque en la práctica solo dan la sensación de estar perdiendo el tiempo. Aun así, prefiero estas secciones abiertas a las secuencias oníricas, porque al menos frustran. Como los protagonistas pasan toda la historia bajo los efectos de un alucinógeno, constantemente deben adentrarse en su propia mente hecha trizas para enfrentarse a versiones físicas de sus traumas.
Y aquí es donde todo se viene abajo. Solo conocemos a David Mason (interpretado por un Milo Ventimiglia sorprendentemente apagado) y a Harper (con un Michael Rooker que rescata lo que puede de un guion flojo) por su aparición en Black Ops 2, y ni siquiera lo suficiente como para que nos importe lo que arrastran. El resto del escuadrón son caras nuevas sin profundidad, que parecieran estar ahí solo para llenar la parrilla de operadores del multijugador. El modo en que se cuenta esta historia no consigue que conectes con los personajes, ni con lo que sienten o recuerdan. Sigue siendo un “blockbuster” interactivo, pero empapado de melodrama innecesario y jefes absurdos. Repetir la fuga de Vorkuta del Black Ops original, esta vez con zombis, no es un guiño genial: lo único que logra es que me entren ganas de volver a jugar uno de los Call of Duty clásicos.



A todo esto, Black Ops 7 no ofrece un modo offline, porque la campaña da un puñado de puntos de experiencia para la cuenta —una cantidad casi simbólica— que sirven para progresar y desbloquear cosas en el multijugador. Incluso cuando desactivas el relleno de escuadrón para jugar totalmente solo, sigues dependiendo de los servidores de Call of Duty. Es una sensación extraña estar en plena misión de historia… y que aparezca un aviso de lag. Y seamos sinceros: es absurdo que esta sea la nueva norma para un juego de 70 dólares dentro de una de las franquicias más grandes de la industria. Ni siquiera te dejan pausar una misión, todo para que Activision te mantenga conectando y desbloqueando camuflajes.
Cuando acabas la campaña, puedes meterte en una nueva misión cooperativa repetible llamada Endgame. Aquí te dejan en el mundo abierto de Avalon para cumplir encargos, mejorar a tu personaje y salir con el botín. La idea detrás de Endgame suena bien, pero Endgame no está ni cerca de convertirse en la siguiente sorpresa. En vez de los robots realmente intimidantes de ARC Raiders, aquí lo único que da miedo es lo torpes que son los enemigos. Tampoco hay un componente PvP que te mantenga alerta, y lo más difícil del modo suele ser sobrevivir a los crasheos que te devuelven al menú principal y borran tu progreso. Si logras hacerlo funcionar sin fallos, verás que el modo se reduce a mini-misiones repetidas una y otra vez.
El multijugador es, al final del día, lo que realmente define si un Call of Duty funciona o no. Es el motivo por el que la mayoría termina pagando 70 dólares cada año, así que necesita una base sólida que aguante todo el contenido que llegará después. Y en ese sentido, Black Ops 7 cumple bastante bien con lo básico. Las armas se sienten contundentes, regresan algunos de los mejores mapas de tres carriles de la serie y el nuevo modo Overload tiene un aire a “capturar la bandera” que encaja perfecto en el juego competitivo.
Los cambios más interesantes están en el sistema de clases: ahora puedes añadir mejoras especiales a ciertos espacios del equipamiento y combinar ventajas para obtener bonificaciones extra. No es nada complicado, pero aporta una capa estratégica que se agradece. Es cierto que varios de los mapas grandes nuevos no se sienten del todo bien —tienen demasiadas zonas abiertas y más de una vez me han hecho reaparecer frente a un enemigo—, pero también hay mapas frenéticos que funcionan de maravilla en los modos de seis contra seis. Si sale Flagship, me quedo sin pensarlo.



Como era de esperar, los mapas remasterizados de Black Ops 2 se llevan los aplausos. Raid, Express y Hijacked siguen siendo auténticos clásicos que marcaron el estilo de Treyarch, y volver a jugarlos más de una década después sigue siendo un placer.
El problema es que la gran apuesta del multijugador este año termina siendo un tropezón. Skirmish, el nuevo modo de 20 contra 20 con objetivos, prometía batallas enormes, pero la realidad es mucho menos emocionante. Skirmish es un caos mal organizado que mezcla elementos de Warzone sin demasiada coherencia. Tener vehículos y placas de armadura no molesta, pero el problema es que los jugadores vuelven planeando al mapa apenas unos segundos después de morir. En teoría deberían caer sobre el objetivo, pero en la práctica casi siempre aterrizan en azoteas detrás del equipo rival para convertir el mapa en una galería de tiro. Nunca se forma una línea de combate clara, lo que deja la duda de a quién va dirigido realmente Skirmish.
Si eres fan del modo Zombies de Black Ops 6, probablemente quedarás satisfecho con Black Ops 7. El nuevo juego sigue los pasos de su predecesor, continuando la historia del Dark Aether con un nuevo mapa de supervivencia por rondas. El mapa de lanzamiento, Ashes of the Damned, se siente como una versión modernizada de Tranzit de Black Ops 2. Nuevas armas maravilla, tipos de zombis y un extenso easter egg ayudan a que Ashes of the Damned se sienta fresco por un tiempo, pero la novedad no durará para siempre. El mapa es bastante abierto, por lo que buscar una puntuación alta termina siendo más una tarea que un desafío. Y lo peor: solo hay un mapa de Zombies en el lanzamiento.
No todo es negativo, eso sí. El nuevo modo Cursed recupera mecánicas clásicas, eliminando la armadura inicial, restringiendo los loadouts y dando puntos por cada disparo. Estas reglas hacen que los zombis vuelvan a sentirse un poco peligrosos. Además, vuelve Dead Ops Arcade, un shooter de doble stick con temática de zombis, que destaca por ser el único modo que no te obliga a desbloquear montones de cosas.



Call of Duty: Black Ops 7 es, en líneas generales, un juego bastante entretenido. El estilo clásico de la saga —ese ritmo acelerado y el gunplay tipo arcade— sigue funcionando de maravilla, y esta vez llega con una gran cantidad de contenido. Aun así, es difícil no ver esta entrega como una de las más flojas de la franquicia. La campaña ha sido sacrificada en favor de la progresión constante, convirtiéndose en una actividad repetitiva cuyo único fin es darte puntos de experiencia. Y aunque multijugador y Zombies traen contenido nuevo, en el fondo se sienten casi calcados a Black Ops 6. En esencia, el juego funciona como una rueda de recompensas diseñada para que sigas acumulando números. Black Ops 2 sigue siendo el gran referente, mientras que esta secuela se siente más segura, pero también más desangelada, hasta desconectarse de lo que hizo especial a su antecesor.

Esta review fue escrita luego de jugar una copia digital de Call of Duty: Black Ops 7 brindada por Activision para PS5.
PUNTOS BUENOS
Buen multijugador base, el gunplay sigue siendo sólido, las armas se sienten bien y varios mapas —incluidos los remasterizados de Black Ops 2— mantienen la esencia clásica que funciona. Ajustes interesantes en clases y equipamientos, las nuevas combinaciones y mejoras aportan una capa estratégica sencilla pero efectiva. El modo Cursed de Zombies recupera la tensión clásica y Dead Ops Arcade vuelve como una alternativa divertida sin las ataduras de la progresión forzada.PUNTOS MALOS
Campaña decepcionante y dependiente del online. Endgame y Skirmish no cumplen lo prometido, uno es repetitivo y lleno de fallos; el otro es un caos sin dirección que no termina de encontrar su público. Pese al contenido nuevo, gran parte del juego se siente como una repetición o incluso un retroceso respecto a Black Ops 6.CONCLUSIÓN
Un Call of Duty entretenido pero atrapado entre la nostalgia y la repetición, incapaz de igualar el impacto de sus mejores entregas.