Confieso que cuando vi El Juego del Calamar por primera vez hace tres años, no me impresionó tanto como a otros. De hecho, me pareció completamente exagerada tanto en su concepto como en su ejecución. La trama me resultó algo forzada, con una moral tan evidente que sentí que me la imponían durante los nueve episodios de la temporada.
Una de mis mayores frustraciones fue que justo cuando la historia empezaba a interesarme, la serie terminó. Por eso, cuando se anunciaron las temporadas 2 y 3, quería saber si la serie se alejaría de su formato original y profundizaría más en los personajes y los conceptos sociales. ¿Exploraría matices y se adentraría más allá de lo superficial? Felizmente, en algunos aspectos, lo hace. La temporada 2 cambia la fórmula de El Juego del Calamar para ofrecer una nueva perspectiva del concepto. Sin embargo, a pesar de un comienzo prometedor, la serie sigue dependiendo demasiado de los mismos arquetipos que hicieron que la primera temporada fuera tan predecible.
La temporada 2 de El Juego del Calamar continúa justo donde terminó la temporada 1, con Seong Gi-hun (Lee Jung-jae) a punto de abordar un avión para ver finalmente a su hija en Estados Unidos después de ganar los Juegos, pero decido no hacerlo. Saltamos dos años hacia el futuro. El oficial de policía Hwang Jun-ho (Wi Ha-joon) ahora trabaja como oficial de tráfico, después de haber renunciado voluntariamente a su puesto como detective tras ser encontrado por un pescador casi muerto en el agua cerca de una de las islas. Mientras tanto, Gi-hun ha dedicado su vida a cazar a las personas detrás de los Juegos. Usa su fortuna para comprar un motel en ruinas y colabora con el prestamista para encontrar al Reclutador (Gong Yoo) de los Juegos, con la intención de conseguir un lugar para otra ronda.
Con solo siete episodios en la temporada, los primeros dos se centran principalmente en la caza de Gi-hun, alejándose de los límites de los Juegos, y la serie mejora por ello. Esto establece las bases para entender cómo ha cambiado Gi-hun desde el final de la temporada 1. Ya no es solo un hombre en una habitación con un hilo rojo; tiene toda una operación, usando el resto de su dinero para hacer justicia, mientras sigue atormentado por las muertes de los 454 demás concursantes. Estos episodios iniciales también presentan nuevos personajes fuera de los Juegos, incluidos otros participantes y a una guardia. Aunque podrías esperar que la mayoría de los guardias sean jóvenes sociopáticos detrás de sus máscaras anónimas, deseosos de deshumanizar y masacrar a los jugadores como si estuvieran en un videojuego, no todos son así. La mayoría parece cumplir con el perfil sadista, con un toque de maldad evidente, pero la temporada 2 revela que no siempre es el caso. Es un intento de explorar los Juegos más allá de los confines de la arena, y aunque no es suficiente, ciertamente se valora.

Los años han transformado a Gi-hun en una versión muy distinta de sí mismo. De ser alguien caprichoso, impulsivo y lleno de optimismo, ahora se ha vuelto serio y determinado en su misión de encontrar a los responsables de los Juegos. Aunque solo han pasado dos años, parece que el tiempo le ha añadido una década. Por lo que podríamos suponer, ha roto todo vínculo con su hija y ahora se enfoca exclusivamente en su objetivo. Lee Jung-jae demuestra su talento esta temporada, especialmente cuando comparas su actuación en el inicio de la serie con la de al final de la temporada 2. Como protagonista, ha crecido a través de sus vivencias, y es un placer verlo en pantalla. En un momento, otro personaje menciona que ha ganado mayor elocuencia con los años, lo que lo describe perfectamente. Mientras que en la temporada 1, Cho Sang-woo (Park Hae-soo) era el personaje más recto, Gi-hun ocupa ahora esa posición y le sienta bien.
Uno de los giros más importantes en la temporada 1 fue la entrada de un anciano al juego como el jugador 001, quien luego se reveló como el creador de los Juegos, Oh Il-nam (O Yeong-su), que solo quería jugar en lugar de esperar la muerte. Aunque la idea era interesante, la forma en que se presentó no fue del todo acertada. La temporada 2 mejora esto al revelar desde el inicio que el nuevo 001 no es un jugador común, pues Hwang In-ho, interpretado por Lee Byung-hun, conocido como «el Front Man», toma el rol de traidor dentro de los Juegos.
Mientras que la revelación de Oh Il-nam fue algo decepcionante, el Front Man, como un lobo disfrazado de oveja, aporta una dimensión más compleja a la serie. Con el nuevo formato, en el que los participantes pueden votar después de cada juego si desean salir o no, el Front Man actúa como un comodín. Gracias a la actuación de Lee Byung-hun, la figura del Front Man se vuelve ambigua. A veces, parece que estamos viendo a Hwang In-ho, un hombre que perdió a su esposa enferma y que fue ganador anterior de los Juegos, atrapado en su conexión con Gi-hun, convirtiéndose en un participante genuino. Otras veces, parece que estamos con el Front Man, manipulando a los demás participantes, inclinando la balanza y asegurándose de que los Juegos se desarrollen como él quiere. Si bien Cho Sang-woo fue un villano evidente en la temporada 1, el Front Man realmente añade complejidad al personaje. Esto hace que sus escenas sean intrigantes, especialmente cuando se enfrenta a Gi-hun. Se puede decir que las actuaciones de estos actores son las que cargan la temporada y compensan la debilidad de algunos personajes.

El episodio inicial de la temporada 2 es cautivador, excepto por un detalle. Se profundiza un poco más en el personaje del Reclutador, interpretado por Gong Yoo, más allá de su juego de ddakji en el metro, pero lo que vemos es más de lo mismo, lo que señala uno de los mayores problemas de la serie: la presencia de personajes que son meros arquetipos, sin matices ni complejidad. Esto se observa principalmente en los antagonistas. A excepción del Front Man, ninguno de los villanos tiene una estructura compleja. Una vez que se les etiqueta como «malos», no hay mucho que los redima ni señales de que haya algo más que lo superficial.
Un claro ejemplo de esto es Thanos, el ruidoso exrapero interpretado por Choi Seung-hyun (T.O.P. de BigBang). Ha perdido toda su fortuna por una estafa de criptomonedas perpetrada por otro participante, a quien atormenta durante el juego mientras consume píldoras ilegales para aumentar su impredecibilidad. En lugar de explorar su personaje, Thanos termina siendo solo una caricatura. Ya sea con raps extraños en momentos inoportunos o saltando y bailando durante los juegos mortales, es difícil verlo como algo más que un personaje cartoon.
Pero Thanos no es el único caso. Cada personaje clasificado como «bueno» viene con una historia triste sobre cómo perdió su dinero debido a una injusticia o una estafa, mientras que los «malos» son personas codiciosas y obsesionadas con el dinero, que no cesan de apostar hasta obtenerlo todo. De hecho, la fórmula de estos personajes se repite de la temporada 1. Una vez más, hay un personaje norcoreano que intenta sacar a su familia del Norte, dispuesto a hacer lo que sea necesario. Hay un líder malvado al frente de un grupo de «malos» y sus secuaces que aterrorizan a los demás jugadores. También está la mujer ruidosa y molesta, que claramente tiene malas intenciones; la mujer fría pero de buen corazón bajo su dura fachada, y el outsider que destaca físicamente entre los demás. Por cada personaje que desaparece en la temporada 1, hay uno equivalente en la temporada 2 para llenar ese vacío.
A un nivel, esto podría ser intencional, mostrando que los mismos tipos de personas son seleccionados para estos juegos, pero refleja los problemas de la serie con la construcción de personajes. La temporada 2 mejora ligeramente en comparación con la temporada 1 al revelar más sobre los jugadores «buenos» y su pasado, pero es gracias a la presencia de Gi-hun que hay un cambio en la dinámica general. Sin embargo, esto también provoca que los personajes adicionales de la temporada se sientan más como elementos decorativos que como seres completos.

El inconveniente de esta temporada es que, una vez que entramos a la arena, los Juegos resultan ser predecibles. Los giros de la trama son fáciles de anticipar, incluso cuando se introduce un nuevo juego, y si no lo haces, el programa utiliza efectos visuales para asegurarse de que estés listo para lo que vendrá. El Juego del Calamar siempre ha tenido el problema de mostrar antes que explicar, dándole al espectador una explicación evidente para que no se pierda de lo que ocurre. En una de las pruebas, los jugadores se agrupan en equipos y les atan las piernas para un juego tipo relevo. Después de mostrar cómo sus piernas están atadas, cómo girar en grupo es más complicado y que es más fácil caminar hacia atrás, la escena corta a un personaje diciendo exactamente eso, asegurándose de que no lo pasemos por alto. Este tipo de situaciones no sucede una sola vez, sino que se repite constantemente.
Parece que el programa teme que su audiencia no entienda lo que está pasando, por lo que siente la necesidad de explicarlo todo claramente. Cada escena dramática parece estar manipulada emocionalmente; los momentos en cámara lenta se sienten casi como una carga, obligando al espectador a analizar hasta el más mínimo detalle antes de centrarse en esos mismos detalles. Cada votación repite la misma dinámica de las anteriores de manera tediosa, gastando tiempo en escenas de personas indecisas sobre quedarse o irse. Para cuando la temporada llega a su fin, da la sensación de que se ha perdido mucho tiempo en repeticiones. Especialmente porque el último episodio presenta algo nuevo, se podría haber aprovechado más tiempo en eso que en otros aspectos.
En algunos casos, es complicado para el programa no recurrir a sus viejos trucos. Desde traiciones predecibles hasta masacres sangrientas, El Juego del Calamar repite los mismos temas con la esperanza de recuperar la magia de antes. Aunque existe una narrativa fuera de la arena, con Hwang Jun-ho buscando la isla donde Gi-hun ha sido llevado, esta es relegada para centrarse más en los Juegos, lo que es curioso, ya que su historia también fue la más interesante de la temporada 1. Además, el programa no aprovecha la oportunidad para que In-ho hable de su hermano con Gi-hun, perdiendo la interesante dinámica de los tres hombres que están conectados de alguna manera sin saberlo. El Juego del Calamar funciona mejor cuando expande lo que ya ha hecho, en lugar de repetir la misma fórmula.

Al final, El Juego del Calamar no ha superado las debilidades de la temporada 1. Sigue manejando los temas en términos de blanco y negro, a pesar que la participación del Front Man suaviza un poco esto. El programa aún se siente como si constantemente estuviera señalando con el dedo cuestiones de moralidad y dinero en la arena, en lugar de profundizar en las tramas más interesantes. El Juego del Calamar sigue insistiendo en las mismas lecciones agotadoras sobre la codicia y la naturaleza humana, lo que carga aún más la narrativa en lugar de enriquecerla. No obstante, es completamente enviciante y es imposible dejar de ver episodio tras episodio.

La temporada 2 de El Juego del Calamar ya está disponible a través de Netflix.
PUNTOS BUENOS
El giro de hacer que el Front Man entre al juego le da a la serie la profundidad que tanto necesitaba, especialmente en las escenas entre Lee Jung-jae y Lee Byung-hun. - Los puntos de la historia fuera de los Juegos son donde la serie es más interesante.PUNTOS MALOS
La dependencia de los arquetipos deja poco espacio para explorar personajes complejos. La temporada 2 repite algunos de los elementos de la temporada 1 en lugar de ofrecer nuevas perspectivas sobre la historia y sus personajes.CONCLUSIÓN
La temporada 2 de El Juego del Calamar vuelve a depender de arquetipos para contar su historia, a pesar de las destacadas actuaciones y la existencia de una trama más matizada. No obstante, es realmente divertida y hacia el final vas a terminar con ganas de más.